La escucha activa, cuando el silencio habla.

 Estar ahí cuando dices estar para el otro, parece sencillo, pero no siempre lo es. A menudo escuchamos sin tomar conciencia de lo que nos dicen; vamos por la vida sin detenernos, detrás de una carrera que parece no tener final y que lamentablemente, muchas veces tampoco tiene sentido. Sólo que no nos percatamos, lo sentimos, sí, lo sentimos intensamente; cuando vivimos en carne propia la experiencia de no ser escuchados, experiencia que a veces acompaña una extraña sensación de soledad, que te lleva a querer brindarle alivio. ¿Te identificas con lo que digo? Nunca es tarde para aprender a escuchar. Se dice mucho al respecto, pero digamos que la clave de la escucha activa es estar ahí, en cuerpo y alma para oír, así sea por un corto tiempo a quien necesita confiar en ti.

Tomar consciencia de tu respiración y del propio cuerpo, antes de disponerse a escuchar, puede ser de utilidad. La escucha activa es presencia, es además conexión con tu propio ser, es saber callar cuando alguien quiere hablarte y no necesariamente pedirte consejo. Quizá sólo para sentir que le abres las puertas de tu presente, porque aquello que le ocurre, tiene un significado importante para ambos.

Te dejo una tabla de recomendaciones, para que puedas cotejar si recibes la información que te dan cuando conversas, si le buscas sentido a lo que oyes, intentando ampliar la información y si reflexionas sobre la misma. Ejemplo: A ver; déjame ver si entendí lo que quieres decirme…se trata de…..etc.

En ocasiones, esta escucha activa es una especie de comunión silenciosa, es dejar que la tarde caiga sin preguntas, sólo encontrándote ahí, porque quizá la otra persona ya encontró sus propias respuestas. En el fondo es tu apoyo y tu oído silencioso, todo cuanto necesita.















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