Hablemos de honestidad


Por Roxana Heise 


A menudo hablamos de honestidad para referirnos a otros y a esa necesidad de trasparencia, que robustece las relaciones humanas y nos permite comprobar que la persona que dice ser y actuar de tal manera, es quien creíamos; algo tranquilizador, que nos envuelve en la cobija de la reciprocidad, cuando asumimos desde el corazón que podemos contar con alguien. En general, es relativamente sencillo darse cuenta o intuir cuando algo no anda bien en las relaciones, cuando nos quitamos el velo y nos armamos de valor para mirar aquello que quizá en su momento, no queríamos ver, ya sea con la pareja, los amigos, los hijos o algún familiar. Con frecuencia llega un momento en que podemos decir claramente: esta persona sí, esta no, en referencia a aquellos seres oportunistas que juegan un rol en nuestra vida, sin que podamos conocer lo que ocultan bajo esa máscara que puede resultar agradable y hasta seductora, porque definitivamente algo no anda bien ahí, no sólo lo pensamos, lo sentimos en el cuerpo, en las entrañas. Un ser honesto actúa con integridad, vive de acuerdo a sus principios y valores morales, suele actuar en coherencia con ellos. En el fondo; hay una conducta ética y responsable que lo avala, tanto en las acciones del día a día, como en sus decisiones. Por eso quizá, las decepciones nos resultan tan dolorosas, sufrimos al ver caer el barro de nuestro falso ídolo, al mínimo contacto con el agua, descubriendo la ceguera que nos impedía mirarlo a partir de la realidad.  Eso en lo que respecta a los demás, porque la honestidad nos involucra a nosotros mismos, nos exige ser coherentes no solo con lo que decimos y hacemos, también con lo que somos. ¿Cuántas veces por estar a la altura de una situación o por servir a los demás sin tener claridad de sus consecuencias, nos fallamos a nosotros mismos? Ser honesto u honesta es ser real, es permitir que se vayan quienes no nos aman de verdad. La honestidad a veces tiene su precio, pero ese precio es siempre menor al que pagamos cuando cerramos los ojos frente a la realidad.  

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